martes, 11 de enero de 2011

REFLEJADO EN EL DELIRIO


POR:LIC. LUIS ALBERTO PEREZ

Transitando por el camino de su propio destino, el hombre de pueblo se encontró de frente con el sueño eterno que lo esperaba tranquilamente sentado a sus pies y a la derecha del borde de su cama.
--¿Estás listo?-- le habló sereno el sueño.
Cabizbajo y triste, el pobre hombre cansado de caminar y de sufrir tanta calamidades, sudoroso y acongojado respondió.

--Antes muéstrame el presente con todo lo que existe--expresó.

El sueño asintió con la cabeza y le corrió la cortina que le impedía ver con claridad la realidad de los pensamientos de aquellos que tienen el control, se acomodó un poco y con gran esfuerzo sus ojos se ensancharon y lo primero que vio fue a niños desnudos, hundidos sus pies en el fango de las cañadas, a ancianos tirados amontonados sin esperanzas, mugrientos y hambrientos sin que nadie se duela de ellos, a enfermos en los hospitales sin médicos y sin medicinas por falta de suministros económicos por parte del estado, a adolescentes sin futuro, empujados al no tener oportunidades a toda clases de vicios producto de las desigualdades.

Pudo ver también, como les quitaban con maltratos sus casas y sus tierras a las personas humildes y si alguien salía en su defensa, era encadenado para que nunca jamás hablara estupideces.
Vio crímenes en las calles, instituciones corruptas, injusticia en los tribunales y abuso de poder en los cuarteles policiales.
Respirando agitadamente, sacudió la cabeza y dijo mal humorado.

--No es justo, muéstrame el futuro.

El sueño sin decir palabras, le señaló el horizonte que se dejaba ver por la ventana del lado izquierdo del cuarto donde se encontraban y pudo ver a lo lejos, ejércitos de hombres desalmado, crueles y a su pueblo encadenado alineado, cogiendo el camino de la humillación, azotados por sus captores los cuales tenían el poder, sin importarle a esos poderosos, que ese mismo pueblo fue quien se lo dio y depositó su confianza en ellos confiando en algo mejor, siendo luego engañado y pisoteado su honor.
Vio también como todo el poder reía y acomodaban las cosas a su favor.
Con el alma angustiada, se le oyó decir desesperado.

--El pasado fue mejor-- le dijo al sueño, quiero transitarlo una vez más.
--Hazlo-- le contestó tranquilo el sueño.

Inmediatamente, anduvo por su niñez y se vio desnudo bañándose en el arroyo junto a los demás niños, vio a sus padres sonriendo, no vio ambiciones ni asechanzas, vio sosiego en cada alma y humildad en los corazones.
Con una leve sonrisa preguntó por última vez.

--¿Qué es lo puro que queda?

El sueño con tristeza le acarició el rostro, cerrándole los ojos con sus dedos y en su mente ya oscura divisó su propio cuerpo gravitando en el espacio, al ver el interior de sí mismo, observó su corazón marchito y a su alrededor millones de corazones sangrantes producto de las injusticias.

El sueño lentamente se fue incorporando y muy preocupado siguió sus pasos discretamente, quedándose nuestro hombre de pueblo sin saber la respuesta ni recordar jamás que él había existido.

Autor: Lic. Luís Alberto Pérez Ubiera.
cholo-perez@hotmail.com

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